De vuelta de C.U., caminando sobre la avenida Revolución y habiendo dejado atrás las que fueron oficinas de la aseguradora Hidalgo (ahora, después de la privatización, "seguros firme"), sentí la necesidad de ver el reloj del celular para saber si ya era mi cumpleaños, y para mi sorpresa el reloj marcaba exactamente las 21:50, hora en la que oficialmente nací. Suelo tener un buen sentido del tiempo, pero está vez el acierto fue especial y extrañamente afortunado.
Seguí caminando sobre la avenida -casi desierta a esas horas- y pasé frente al edificio diseñado por Legorreta y que es actualmente una de las sedes del "Poder Judicial de la Federación" (como puede leerse en unas enormes letras doradas impostadas en el frente) antes ocupado por "Seguros Comercial América"; de muchas de sus ventanas emanaba una cálida luz amarilla; quise detenerme un momento a contemplar el conjunto completo, pero la prisa y la apariencia sospechosa que mi permanencia habría dado a los vigilantes me orillaron a continuar el camino.
Finalmente llegué al cruce de Revolución y Barranca del Muerto, donde abordé el camión que me lleva a casa. Al llegar, pedí a mi mamá que no me cantaran "las mañanitas" y que toda la ceremonia -que de cualquier modo sólo podía ser exigua- se redujera a repartir las rebanadas del pastel.
31 enero, 2006
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